Miguel Gila hubiera cumplido 100 años hoy

Redacción CMM
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El humorista Miguel Gila nació tal día como hoy, hace 100 años en Madrid. En palabras de Forges, inspiró a toda una generación de grandes del humor gráfico: "todos nos sentimos «hijos» de su ingenio". Para Chumi Chumez fue "el mejor humorista de chistes gráficos que se ha producido en España después de la Guerra Civil Española".

Un reconocimiento que recibiría en los últimos años de su vida. En 1986, recibió la Medalla al Mérito Artístico del Ayuntamiento de Madrid, en 1993, el "El Premio Ondas Especial".

El gobierno español, le reconoció en 1995 con la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo, en 1997 el título de "Profesor Honorífico del Humor" de la Universidad de Alcalá de Henares y en 1999, el Premio Internacional de Humor Gat Perich y la Medalla de Oro al Mérito Artístico del Ayuntamiento de Barcelona. Ciudad que le daría el último adiós en 2001.

"Nací sólo"

Los comienzos de Gila, no fueron fáciles. Huérfano de padre antes de nacer, abandonó la escuela a los trece años para ayudar a la economía familiar. Más tarde compatibilizaría el trabajo con estudios de dibujo lineal en la Escuela de Artes y Oficios.

En su libro: "Memorias de un desmemoriado", Gila narra algunos episodios personales durante la Guerra Civil, en los que algunos autores ven más una intención creativa que objetiva.

Humor gráfico

Tras realizar un servicio militar de cuatro años, iniciaría su carrera como colaborador en medios de comunicación, tanto prensa como radio, como humorista gráfico, entre las que destaca su aportación en La Codorniz y Hermano Lobo.

Por primera vez se sube al escenario en 1951, como espontáneo en el Teatro Fontalba en Madrid. En 1962 se exilia a Buenos Aires. Comienza así una etapa en la que compagina el teatro con las publicaciones satíricas por toda Latinoamérica y España.

Regresa definitivamente a nuestro país en 1985, donde se convierte en uno de los humoristas más valorados de la escena nacional.

"-¡Que se ponga!"

Sus monólogos, en los que figuraba un diálogo telefónico se convirtieron en un recurso de éxito y en un estilo propio que lo acompañaron hasta el final de su vida. Su humor enmarcado entre el costumbrismo y el surrealismo. Inciaba su puesta en escena junto a un teléfono, que descolgaba para preguntar por alguien, seguido de un:-¡Qué se ponga!

Además de sus apariciones en televisión y en el teatro, también escribió varios libros y participó en varias películas.

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