Eclipse, una "luna de sangre" rodeada de mitos

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Elena Labrado Calera
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Los eclipses lunares han fascinado a lo largo del tiempo a diferentes culturas de todo el planeta y han inspirado toda clase de mitos y leyendas. Para algunos, este fenómeno que rompe el ritmo habitual del Sol y la Luna, es un augurio que afecta a nuestras vidas en la Tierra.

El lado oscuro de la Luna

Los antiguos incas miraban la luna de sangre y les parecía que un jaguar la había atacado y se la estaba comiendo. Acto seguido, el animal se volvería hacia la Tierra y, para evitar que devorara a sus habitantes, debían unirse todos y hacer mucho ruido, para asustarle.

En la antigua Mesopotamia, se interpretaba como un ataque directo al rey. Como ya entonces se podían prever los eclipses, lo que hacían era sustituir al monarca por un doble mientras durara el fenómeno astronómico. Es de imaginar que no era un trabajo muy solicitado, precisamente.

En los cuentos tradicionales hindúes, los eclipses eran una lucha sangrienta entre dioses. Significan un mal augurio que pueden evitar cubriendo agua y comida y llevando a cabo rituales. Las embarazadas no deben comer ni trabajar en el hogar para protegerse de la mala suerte.

La cara más amable

Para las tribus nativas americanas de California, el eclipse lunar significa que el satélite está enfermo o herido y que, después, necesitará cuidados. Alguna tribu canta canciones a la luna oscura para que mejore.

En Togo y Benin, en África, se interpreta como una lucha entre el sol y la luna. Un conflicto en el que los habitantes de la Tierra tienen el papel de animar a ambos a resolver sus diferencias. A día de hoy, todavía se concibe como un momento para enterrar viejas rencillas.

En las culturas islámicas los eclipses no llevan aparejada ninguna superstición. El Sol y la Luna son elementos de respeto por Alá y se llevan a cabo oraciones especiales en las que se pide perdón a Alá y se reafirma su grandeza.

Una asociación de ideas

La Cristiandad solía asociar los eclipses con la ira de Dios y la crucifixión de Jesús. Conviene recordar que la Pascua de Resurrección es el primer domingo después de la primera luna llena de la primavera, para asegurarse que no coincide con un eclipse, una posible señal del Día del Juicio Final.

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Estos son solo algunos ejemplos pero, supersticiones aparte, el mayor eclipse lunar de lo que llevamos de siglo es todo un espectáculo que nos ofrece nuestro Sistema Solar y que hay que disfrutar como tal.

Fuente: The Conversation

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