Mujeres Auténticas | Raffaella Corrales: "He vivido como no soy casi toda mi vida, pero voy a morir como verdaderamente soy"

Raffaela Corrales

Daniel Urda Banegas
Seguir al autor

Raffaella ha pasado la mayor parte de su vida mostrándose ante los demás, y ante ella misma, como una persona que no era. Ahora se siente segura de sí misma, orgullosa de quién es y de todo lo que ha conseguido.

Pero llegar hasta este punto no ha sido un camino fácil. Ha tenido que pasar por muchos cambios a lo largo de su vida: cambios en su cuerpo, su entorno, incluso, en su trabajo.

Hoy, en el Día Internacional de la Mujer, es la protagonistas de nuestras "mujeres auténticas".

"Me siento orgullosa de mostrarme como soy"

Raffaella ha pasado la mayor parte de su vida en Tórtola de Henares (Guadalajara), el que considera su pueblo "vital". Allí es concejala por Unidas Podemos, un cargo que compagina con su trabajo en el sector de la logística. También se dedica a dar charlas sobre género, identidad y diversidad sexual por los institutos a los jóvenes.

Es en 2018, con cincuenta y cinco años, cuando comparte con el mundo su verdadero nombre: Raffela Corrales. Han pasado cuatro años desde ese momento.

"Son cincuenta años en el armario y mi historia es larga de contar"

Ahora sabe que nació mujer, pero tuvo que pasar mucho tiempo hasta que reconoció en ella a Raffaella.

Siempre ha sido la misma, aunque durante un largo tiempo su verdadera identidad estuvo dormida. Se negaba así misma, como si no hubiera alternativa: "Estaba dentro de mí, yo no me he inventado nada (...) soy la misma persona y simplemente la he dejado salir".

Cuando era más joven "no sabía lo que pasaba porque no había referentes, ni había absolutamente nada (...) no existían ni siquiera la palabra trans".

Intentó encontrar la respuesta a esa gran incertidumbre a través de escapadas nocturnas como mujer, con otras amigas.

Así fue como descubrió la realidad trans y conoció "otro mundo", la alternativa que había estado buscando durante tanto tiempo.

La vida de una persona tras en su juventud era complicada o, quizás, inexistente. Complicada porque "la opción de vida era la prostitución o el artisteo, que, en definitiva, era una forma de blanquear la prostitución". Raffaella se encuentra en la periferia de la sociedad: "realmente nosotras vivíamos ahí y yo necesitaba buscar referentes que estaban por esos lados".

La otra opción de vida para las personas trans era no tenerla. En esta época "tuve relaciones con una persona trans e intenté compartir con ella mi vida, pero la sociedad no me dejaba", asegura.

Su formación académica se rompe en pedazos cuando llega la adolescencia, porque "algo que ella no domina ni maneja estaba pasando".

Tras un intento fallido de salida del armario que "le encierra todavía con más llaves", trata de llevar una vida "olvidándose de sí misma". Está sumida en una profunda crisis personal que la llevará a dejar su casa.

"Ser trans no es ser valiente, valiente es vivir en la sociedad como trans"

Encontró a una mujer que la llegó a querer y amar, pero su proyecto en común no llegó a prosperar. Fueron quince años de matrimonio en los que criaron a una hija. Cuando su matrimonio se rompe, comienza a vivir sola y a "construirse a sí misma asumiendo lo que había estado ocultando" durante tantos años.

No será hasta la muerte de su sobrino, que padecía cáncer, cuando Raffaella se replantea su vida por completo. A partir de ahí comienza su cambio médico, legal y social. "Cuando encuentras la alternativa que buscas, todo explota, todo nace y comienzas a cuadrar y a notar la sensación de tener de una vida plena, que hasta entonces no había tenido".

"Quiero llevar una vida plena"

Antes de morir, su sobrino aseguraba haber vivido una vida plena. "Él tenía veinte años y a mí me pareció grandioso por su parte".

Fue en ese momento cuando comprendió que ella también quería sentir eso, tener una vida plena de una vez por todas.

A partir de aquí, Raffaella comienza a automedicarse con hormonas, una práctica "nada recomendable". En este momento, no le importa asumir riesgos con su salud. Piensa: "Si no lo consigo prefiero no seguir". Finalmente, se deja en manos de los médicos, quienes hacen un seguimiento de todo su tratamiento.

Aquí comenzaría su cambio físico. En paralelo a esta transición, vive también una transición social "muy lenta y delicada", donde tiene que hablar con la familia: "se lo conté a mi hija y a mi hermana prácticamente a la vez. Mi hija lo vivió bien al principio, pero le costó más hacerse a la idea más tarde, porque ella también estaba pasando por el proceso de maternidad".

Después tuvo que dar el paso con sus diez hermanos y hermanas, su madre...

"He vivido como no soy casi toda mi vida, pero voy a morir como verdaderamente soy".

Ahora que ha pasado el tiempo, lo ve todo desde una perspectiva diferente. Reflexiona sobre los años que pasó "en el armario" y cómo en ese proceso de negación de sí misma terminó forjando la personalidad de una persona totalmente distinta.

"El armario lo que te da es que lo tienes que vivir como una doble vida, como si fuéramos dos personas que no son reales (...) una interior y otra externa, que es un reflejo de lo que tu estás inventando para pasar desapercibida".

"Posiblemente he perdido muchas cosas por el camino, pero también he ganado muchas otras". Si hubiera sabido de la felicidad que le produce mostrarse como es, "lo habría hecho muchísimo antes", asegura.

El comienzo de su transición

Raffaella siempre define el comienzo de su transición de la misma forma: cuando inicia este proceso "el espejo comienza a devolverle lo que ha visto siempre".

Ahora siente como aquella vida interior que nadie más conocía, "la ve" en primera persona. Todos estos cambios son muy lentos, pero se perciben con mucha alegría, porque al final "son cosas que estas esperando que sucedan".

Destaca la idea de que "la transición no significa que se empiece en el tratamiento hormonal y se termine en la reasignación genital (...) no todas las mujeres llegan hasta el final (...) las hay que se sienten cómodas simplemente nombrándose como mujer (...) todas necesitamos cosas diferentes porque no a todas nos vale el mismo patrón".

"Cada transición es un traje a medida" - Elsa Ruiz

Cuando tomó la decisión de transicionar, sabía que sería "un proceso difícil y complejo". Por ello, barajeó la posibilidad de irse a Madrid por el anonimato. Allí pasaría mucho más desapercibida entre la multitud que en su pueblo, pero no fue así. Necesitaba tener a quienes la apoyaban a su lado.

"Pensé que las personas que están a mi lado son las que iba a necesitar y quería que ellos vieran la transición en mí de primera mano (...) no podía volver dentro de un par de años ya cambiada, así que creí muy positivo que vivieran la transición desde fuera conmigo".

Sabe que en Tórtola de Henares, su hogar, está a salvo. "Aquí nos conocemos todas, la violencia no la ejercen contra mi, porque saben que si pasa otro vecino por mi lado, le van a ver. En Madrid no pasa esto, allí el violento es el que tiene el anonimato y allí es todavía más grave (...) aquí a lo mejor no soy muy querida, pero no soy violentada", asegura.

"He tenido que declararme enferma para que me reconozcan"

El cambio físico y social, no será el único. La historia de Raffaella es la de otras muchas mujeres trans que a diario tienen que luchar contra los trámites burocráticos y administrativos que les impone la sociedad. Quieren que les reconozcan su identidad y los derechos que les pertenecen y, para ello, tienen que defender y "demostrar" sus roles como mujer, luchar por ser reconocidas por quienes son.

Para poder tener a su nombre la documentación legal que el estado exige (DNI, firmas, Pasaporte), ha tenido que declararse enferma con una "enfermedad mental" que la Organización Mundial de la Salud ya rechazó en 2018. Se trata de la disforia de género.

"Todos los cambios documentales son del estado. La ley marca un certificado médico que diagnostique la disforia de género y estar mínimo dos años en tratamiento hormonal. Cambiar todos estos papeles supone un trámite de entre tres a cuatro años (...) esta es la ley que tenemos ahora".

"Quien mejor se conoce así mismo es uno mismo, pero en nuestro caso, esto no vale (...) esto es por lo que no tenemos igualdad de derechos "cuando yo digo que soy una mujer tengo que pasar por todo este proceso".

"Todas somos personas trans"

Huelga de hambre por la ley trans

Raffaella ha mantenido desde hace años un fuerte activismo para luchar por los derechos del colectivo LGTBI y, en especial, de las personas trans.

"Yo he pasado más de cincuenta años en el armario y pretendo que nadie más tenga que pasar por eso (...) necesitamos que esto se visibilice, se naturalice y que seamos recibidas en la sociedad como una persona más, que es lo que somos (...) no pedimos que se nos incrementen los derechos, si no que se nos igualen".

[En marzo de 2019, Raffaella se puso en huelga de hambre para presionar al gobierno de España en la aprobación de la ley trans]

Ser una mujer trans en un mundo de hombres

Aún hay una importante transición que a las que las personas trans tienen que enfrentarse: la laboral.

Raffaella ha trabajado en sectores como la impresión en prensa, la hostelería o la logística, donde se ha movido prácticamente toda su vida, un sector especialmente duro.

"Yo no solo he transicionado en nivel social o familiar, sino también laboral (...) esta si que es difícil, sobre todo en un sector tan masculinizado y patriarcal como es la logística". El tránsito laboral es complejo. "Enfrentarte a una entrevista de trabajo mostrándote trans no es fácil, porque ya hay un rechazo de antemano", asegura.

Cuando Raffaella toma la decisión de transicionar abiertamente, tiene la suerte de tener un puesto fijo en una empresa de logística. Esto le dio mucha más seguridad, ya que de haber tenido un trabajo temporal "posiblemente a la hora de firmar el próximo contrato me habrían quitado de en medio".

"Cuando eres mujer ya sabemos que la mitad de los puestos te los quitan. Cuando eres mujer y trans, pues imagínate, estamos en una exclusión laboral que roza el 80%, lo cual es una barbaridad".

Concejala por Unidas Podemos

Raffaella forma parte de la asamblea de Tórtola de Henares por Unidas Podemos. En las elecciones de 2019, era la número dos del partido.

Unos días antes de la celebración de las elecciones municipales, Raffaella le cuenta a su compañera de lista que ha tomado la decisión de transitar: "si no te sientes cómoda, doy un paso atrás, me salgo de la lista y evitamos el revuelo", le dijo.

Su respuesta fue muy gratificante: "vamos juntas y seguimos adelante".

Este era un momento de ilusión para ella, pero también de incertidumbre, porque en ese momento, cuando Raffaella se presenta a la concejalía ni siquiera ha cambiado su nombre.

Finalmente, Raffaella toma posesión de su cargo como concejala, tras la dimisión de esta compañera, a pesar de que su partido no la reconoce como mujer. "Estuve los dos primeros años con la documentación a caballo (...) hasta que no tuve oficialmente la mención registral el ayuntamiento no quiso oficializar mi verdadero nombre".

"Me siento más feliz que nunca"

Ahora que ha pasado el tiempo y mira hacia atrás, Raffala se siente muy conforme con la persona que es, con los pasos que ha dado hasta ahora.

"Me han venido bien (...) estoy más feliz que nunca, tal vez más sola, pero camino conmigo muy a gusto". Valora mucho más su vida, con sus pros y sus contras.

"Sigo teniendo una hija y una nieta que quiero con locura (...) intento respetar lo más posible a todo el mundo y dentro de mi quiero, desde el activismo, tratar de facilitar el camino a las demás".

He tenido la suerte de que me acompañen mujeres de mi pueblo (...) se que cuando me conocen, me quieren y se acaban los reparos (...) es muy raro el rechazo directo de una persona, pero esto te hace construirte mujer y visibilizarte mujer".

Temas

¿Desea recibir alertas con las últimas noticias?

not_supported_text.placeholder