Los soldados ucranianos comen lentejas y albóndigas de Los Yébenes (Toledo)

Daniel Urda Banegas
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A 4.549 kilómetros de Toledo en la región del Donbás, un soldado ucraniano en el frente abre su caja de provisiones.

Mientras suenan de fondo los obuses de combate, las tropas ucranianas reciben la comida con la que se van a abastecer, directamente desde Castilla-La Mancha.

Leche, azúcar e, incluso, un bote de albóndigas o de lentejas con chorizo. Son raciones que se han preparado desde los Yébenes.

Esta comida la preparan en una empresa familiar especializada en comida preparada. Llevan 50 años haciéndolo.

Desde que comenzó la guerra en Ucrania, hace ya 238 días, el ejercito ucraniano ya ha consumido más de un millón de botes de este tipo. Unos 420 gramos por ración.

¿Por qué lentejas y albóndigas?

Al parecer por sus propiedades conservadoras: tienen una fecha de caducidad de cinco años.

Tienen un alto contenido calórico y se preparan muy fácilmente: se puede consumir directamente o calentar.

Un sistema de conserva, en metal, que nació para los ejércitos.

Desde septiembre también trabajan aquí Vova y Hanna, una pareja de ucranianos acogidos en este pueblo toledano.

Salieron de Mariupol al estallar la guerra y al ver los vídeos que llegaban del conflicto en su país, decidieron tomar la decisión de colaborar con la causa.

Esta empresa, Abricom, abastece a diferentes fuerzas armadas del mundo a través de empresa especializadas.

El 88 por ciento de su mercado se encuentra en el extranjero y la comida que se sirve en los calabozos de las comisarías de la Policía Nacional, también sale de los Yébenes.

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