Dramática situación de los niños de las familias más pobres en Venezuela

Elena Labrado Calera
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La escasez de alimentos y la hiperinflación están pasando factura a los más débiles: los niños. La moneda se ha devaluado un 80% y las familias no pueden alimentar a sus hijos. Por eso, muchos han tenido que entregarlos a familiares, conocidos y centros de acogida.

El de Zulay Pulgar es uno de esos casos. No puede alimentar a su familia. Con una pensión de unos 5 euros al mes resulta imposible subsistir. Un pollo cuesta en el mercado negro la mitad de su salario. De ahí que haya tenido que tomar la dolorosa decisión de pedir a una vecina que se haga cargo de sus dos hijos pequeños.

No hay cifras oficiales, pero ayuntamientos y ONG´s confirman que no para de crecer el número de familias que abandonan a sus hijos o los entregan de forma temporal a familiares, amigos o centros de titularidad pública.

La escasez de alimentos y la falta de recursos para adquirirlos en el mercado negro ha disparado la desnutrición infantil. El 60% de los casos son lactantes.

En las barriadas más deprimidas, se han multiplicado por seis las familias que tienen que pedir comida.

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