Castilla-La Mancha Hoy
'Estaba comprando el pan y me llamó la Policía: tu agresor está a 10 metros, va un coche patrulla'
Conexión 1030 es la sección tributo al periodista Juan Ramón Levia en la que escuchamos historias que pasan desapercibidas para los grandes medios, pero que se convierten en extraordinarias por la entidad de sus protagonistas.
Ana Molina nos trae la historia de Virginia Corrales, víctima de violencia de género. Padece una discapacidad visual y cada día da gracias por "volver a nacer". Ella es una de las afortunadas que hoy da voz a las que ya no están. Pero tiene miedo, ya que el año que viene se termina la orden de alejamiento que tiene impuesta su agresor.
"Salí corriendo y pedí socorro. La gente preguntaba qué pasaba. Porque yo estaba sangrando, llorando, pidiendo socorro... Cuando yo creía que él no estaba, él me esperaba en la puerta con una botella para darme en la cabeza y rematarme", Virginia no olvidará ese día, el día que tuvo la fuerza para "volver a nacer", el 25 de diciembre de 2018.
Virginia no duda ya, hay que pedir ayuda. Ha sufrido violencia de género por parte de dos parejas distintas. Abandonada por el padre de sus hijos, que la maltrataba sexual, física y psicológicamente, Virginia se considera una persona muy fuerte pero confiesa que está "un poquito cansada, de situaciones que se le presentan muchas veces" y se pregunta por qué ella no puede ser feliz, "por qué las cosas que yo pido, que necesito para mi vida, para mi tranquilidad, ¿por qué no me salen?".
La historia se repite, pues como con otras mujeres víctimas de violencia machista, al principio, la relación era muy bonita. La verdadera cara del maltratador se descubrió con el tiempo. Su agresor incluso la drogaba. Cuando le dio la "brutal paliza" en la que le rompió la nariz, Virginia creía que había perdido la vista, "él sabía bien dónde tenía que dar y conocía mi discapacidad visual".
Sus hijos, también víctimas de esta violencia, han sido y son su mayor y único apoyo, explica Virginia.
El tiempo pasa pero estas cosas no se olvidan tan fácilmente, el trauma y el miedo siguen ahí. Su agresor estuvo en prisión ocho meses, ya en la calle, y su orden de alejamiento termina el año que viene.
"Estaba comprando el pan y me llamó la Policía y me dijo: ve a Zocodover y siéntate en un banco porque lo tienes a una distancia de 10 metros, va a ir un conche patrulla"
Ahora ve de otra manera la vida porque "hoy estoy viva", ha vuelto a nacer. Lo único que quiere es un poco de estabilidad, ese pequeño empujón que necesita para estar mejor.
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