Caen dos bandas, una de ellas en Toledo, que estafaron a 340 ancianos

foto billetes estafa

Elena Garcia Fermosel
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Dos bandas de estafadores que se hacían pasar por falsos revisores de gas. Dos grupos criminales que han desarticulado los Mossos d'Esquadra. Una de estas bandas operaban en Toledo, otra en Barcelona y consiguieron estafar a 340 ancianos haciéndose pasar por revisores del gas. Les cobraban unos 250 euros por cada inspección. Además empleaban siempre su modus operandi y durante la falsa revisión de gas también intentaban robar objetos de valor.

Una operación llevada a cabo por los Mossos d'Esquadra que se inició hace diez meses y ha culminado con seis detenidos y tres registros, dos en Barcelona y uno en Alameda de la Sagra. Desde esta localidad toledana operaba uno de los cabecillas que de estas bandas que estafaron en dos provincias de Castilla-La Mancha: en Toledo y Guadalajara.

De los seis detenidos, dos han ingresado en prisión. La investigación continúa abierta, por eso no se descartan más detenciones. Se han recuperado más de de 43.000 euros en efectivo, material informático, herramientas y listados de víctimas potenciales.

La investigación se inició a raíz de la denuncia de un hombre de 94 años, vecino del distrito barcelonés de Nou Barris, que explicó que dos falsos operarios del gas entraron a su domicilio, le distrajeron y le robaron dos ordenadores portátiles. El Juzgado de Instrucción 33 de Barcelona dirigió la investigación y se consiguió determinar la existencia de dos grupos independientes que realizaban las estafas.

Los dos coexistían en la capital catalana, pero uno de ellos, bajo las directrices de su responsable ubicado a una pequeña población de Toledo, actuaba en otras ciudades de España, como Madrid, Guadalajara, Valladolid, Santander, Cáceres, Pontevedra, La Coruña y Valencia. Para cometer las estafas realizaban una primera llamada desde el teléfono de uno de los investigados para encontrar víctimas potenciales que pudieran caer en el engaño.

En caso de no conseguir su propósito, y ante la desconfianza de alguna de las víctimas, los falsos operarios acababan manifestando que si no se realizaba la revisión o la reparación del falso desperfecto, se veían obligados a cortar el suministro, por lo cual finalmente muchos acababan pagando para no quedarse sin calefacción o gas. Todas las llamadas que realizaban eran a personas de edad avanzada, siendo la media de edad de las víctimas de 85 años, que en pocas ocasiones se desplazaban a una comisaría para presentar la pertinente denuncia.

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