Desarticulada la banda criminal más activa en asaltos a cajas fuertes en entidades bancarias

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Elena Garcia Fermosel
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Los "Navy de Orcasitas". Así denominaban los investigadores a los componentes de una de las bandas más activas en asaltos a cajas fuertes bancarias que, según estima la Guardia Civil, pudo perpetrar, con una minuciosidad casi militar, 50 robos, aunque de momento se han esclarecido 9 y evitado una decena. Una banda que también actuaba en Castilla-La Mancha.

La Unidad Central Operativa de la Guardia Civil que, junto con agentes de este cuerpo de Huesca han conseguido desarticular esta banda, ha detenido a 7 personas y se ha identificado a una más como presunto integrante de este grupo criminal. Una banda localizada en el barrio madrileño de Orcasitas que se desplazaba a municipios pequeños donde hubiera bancos pero no cuartel de la Guardia Civil o estructura de la Policía Municipal, radicados fundamentalmente en las comunidades de Madrid, Aragón, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Navarra, Extremadura y Cantabria.

La banda, muy estructurada y especializada, ha actuado al menos en nueve entidades desde octubre del año pasado y la primera semana de este mes, y tenía intención de hacerlo en otras diez, pero la Guardia Civil cree que sus miembros, la mayoría con más de 50 antecedentes, han actuado en medio centenar de ocasiones.

Nunca se llevaban menos de 50.000 euros por cada robo, por lo que los investigadores calculan que en los delitos esclarecidos el botín ascendió a unos 700.000. Parte del dinero lo reinvertían para su actividad en la compra de coches y herramientas, aunque no llevaban una vida ostentosa. La organización, compuesta por siete personas de entre 20 y 40 años, estructurada en dos células, estaba dirigida por una persona que era la encargada de distribuir las funciones y seleccionar los objetivos.

Primero sustraían un vehículo todo terreno de alta gama, se le proveía de matrículas dobladas y el jefe seleccionaba la localidad, la entidad y la fecha para la comisión del robo. En dos vehículos, el sustraído y otro legal, pero a nombre de otra persona próxima a alguno de los miembros, se dirigían hasta la localidad donde se encontraba la entidad seleccionada. En la localidad, el conductor del vehículo legal distribuía a tres o cuatro personas para controlar los accesos de la localidad, mientras que el vehículo sustraído se encargaba de la comisión del robo, dirigiéndose a la entidad bancaria, cambiando el bombín de la puerta de acceso y anulando las alarmas.

Posteriormente, entraban con la propia llave del bombín sustituido, y ya con las alarmas anuladas, se dirigían a la caja fuerte, la que era forzada con soplete de oxicorte, radiales o martillo percutor, apoderándose del dinero. En la huida, rociaban la oficina con los extintores de la propia entidad para intentar borrar sus huellas y se apoderaban de los discos duros del sistema de grabación para evitar ser localizados. Antes de separarse repartían el botín obtenido.

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