El 70º aniversario de la República Popular, escaparate de la nueva China

Elena Labrado Calera
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China ha realizado un desfile militar sin precedentes en el que han participado 15.000 efectivos y se han exhibido 160 aviones y otros 580 equipos militares. Tras él, otro civil, con 100.000 personas, este 1 de octubre. Se conmemora el 70º aniversario de su existencia como República Popular, es decir, bajo los mandos del todopoderoso Partido Comunista (PCCh), una fecha que el Gobierno busca convertir en un gran festejo. Sin embargo, resultará difícil obviar las protestas prodemocráticas en Hong Kong y la situación, y evolución, de la guerra comercial con Estados Unidos.

El Día Nacional conmemora la fundación de la República Popular de China, en un discurso pronunciado por Mao Tse Tung el 1 de octubre de 1949 tras la victoria del Partido Comunista, liderado por él, en el conflicto civil contra el Partido Nacionalista o Kuomintang, capitaneado por Chiang Kai Shek, que siguió a la Segunda Guerra Mundial. "El pueblo chino se ha puesto en pie", proclamó.

El PCCh, se erigió como el único partido --el Kuomintang se exilió con sus seguidores en Taiwán, origen de los problemas entre el continente y la isla--. "El PCCh ha liderado al pueblo chino en duras y tortuosas luchas que han resultado en la gran victoria de la nueva revolución democrática, la transformación socialista y la construcción socialista (...) La China moderna refleja claramente que sin el Partido Comunista no habría una nueva China", señala el mismo partido.

Tras la fase inicial de construcción de la República Popular y la posterior purga de la Revolución Cultural, que lideró Mao, su sucesor, Deng Xiaoping, emprendió la transición del PPCh desde un gobierno personalista a uno colectivo dando lugar a una etapa de desarrollo económico y apertura al exterior que llega hasta nuestros días con el mandato de Hu Jintao (2003-2013).

En estas siete décadas, China y el propio PCCh han evolucionado. Primero han tolerado y después han incentivado una sociedad de consumo que se ha cimentado y también ha alimentado la prosperidad económica de las últimas décadas, en las que el país ha crecido a un ritmo constante que le ha permitido situarse como potencia global.

Al mismo tiempo ha mantenido el control político en una China donde el crecimiento económico ha significado también mayor desigualdad y, por tanto, mayor descontento y protesta social.

Yaqiu Wang, la investigadora de Human Rights Watch (HRW) para China, ha destacado a este respecto la irrupción de Internet en la década de 1990 como "un espacio libre que muchos pensaron que traería la libertad a China". "Sin embargo, el Gobierno chino ha perfeccionado gradualmente sus habilidades censoras en Internet, bloqueando webs extranjeras y eliminando contenido que puede ser políticamente 'sensible'", explica.

LA ENTRONIZACIÓN DE XI

China inauguró otra etapa con el ascenso de Xi Jinping en el Congreso General del PCCh de 2012. Los expertos coinciden en señalar al actual presidente como el líder chino más importante desde Mao por la reforma constitucional que obró en el cónclave de 2017, y eliminar el límite de mandatos presidenciales.

"El PCCh ha aumentado su control sobre cada aspecto de la sociedad china desde que Xi llegó al poder", ha afirmado Yaqiu, alertando de que podría ir a más en la medida en que el presidente ahora podrá permanecer en el cargo más allá de 2023, perpetuándose en el poder --algo que no ocurría desde Mao--. De hecho, el último informe de HRW sobre China denuncia una "creciente represión" durante el mandato de Xi.

Para Yaqiu, no hay duda de que "la situación de los Derechos Humanos en China en estos momentos es la peor desde la masacre de Tiananmen". Destaca la persecución a las minorías religiosas y étnicas, especialmente contra los uigures musulmanes, concentrados en Xinjiang. La ONU ha denunciado la existencia de instalaciones clandestinas donde habría un millón detenidos. Pekín matiza que son centros de reclusión voluntaria que educan en contra del extremismo.

HONG KONG Y EEUU

Pese a todo ello, el Gobierno chino encara este Día Nacional con dos importantes fuentes de inestabilidad: las protestas prodemocráticas en Hong Kong y la guerra comercial con Estados Unidos.

Los hongkoneses suman ya cuatro meses de protestas que comenzaron por la ley de extradición a la China continental y que han ido escalando hasta reclamar ahora el sufragio universal. Para evitar una manifestación masiva el 1 de octubre, las autoridades regionales han cancelado los festejos, pero ya hay convocada una marcha por el centro de la ex colonia británica.

En cuanto a la guerra comercial, parece que ahora Washington y Pekín están dispuestos a acordar una salida a la imposición de aranceles y el veto a ciertos productos, pero las tensiones continúan en el mercado de divisas.

EUROPA PRESS

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