Cambio de hora: un debate en el aire desde hace cuatro años

Alba Córdoba de la Cruz
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La noche del sábado 29 al domingo 30 de octubre, los españoles, y todos los europeos, dormirán una hora más, ya que los relojes se retrasarán una hora, de modo que, en el caso de España, a las 3:00 serán las 2:00, por lo que se entrará en el horario de invierno.

Este cambio de los relojes en Europa se produce dos veces al año, habitualmente el último domingo de marzo y el último de octubre. Está regulado en la legislación comunitaria desde 1974, cuando se produjo la primera crisis del petróleo y algunos países decidieron adelantar sus relojes para aprovechar mejor la luz del sol y ahorrar así electricidad.

Sin embargo, su supresión se planteó hace cuatro años. En septiembre de 2018, la Comisión Europea propuso acabar con el cambio de hora tras una encuesta pública que recabó un número récord de respuestas (4,6 millones) y que reveló que mayoritariamente (un 84 %) los ciudadanos europeos quieren terminar con esa práctica. Una propuesta que fue respaldada por el Parlamento Europeo en septiembre de 2019.

La abolición del cambio de hora debe ser debatida y pactada por los dos colegisladores de la UE, la Eurocámara y el Consejo (los Estados miembros), para que pueda entrar en vigor.

De hecho, el portavoz de la CE Adalbert Jahnz ha recordado esta semana que desde marzo de 2019 la propuesta sigue pendiente del debate entre los Estados miembros.

"La última discusión tuvo lugar durante la presidencia finlandesa del Consejo en (la segunda mitad de) 2019 y la pelota sigue en el tejado de los Estados miembros. La Comisión sigue apoyando su propuesta", declaró durante una rueda de prensa del Ejecutivo comunitario.

Libertad de decidir de acuerdo a los países vecinos

En su propuesta legislativa, la Comisión ofrecía a los Estados miembros la libertad de decidir si se regirán de manera permanente por la hora de verano o la de invierno, pero instaba a que lo acuerden "de manera coordinada entre países vecinos".

"La cuestión del ahorro de energía fue algo que consideramos con mucho cuidado al preparar la propuesta en 2018, examinando todas las evidencias posibles, y concluimos que el impacto sobre el ahorro energético es básicamente mínimo y no está totalmente determinado porque los estudios, de hecho, tienden a ir en diferentes direcciones", expuso Jahnz esta semana.

Sin embargo, el portavoz, tras ser preguntado por si en el contexto actual de crisis energética la idea de que la maximización de la luz del día sea un buen planteamiento ha podido influir en la postura de la Comisión, admitió que hay "diferencias en función de la ubicación geográfica".

"Esta evaluación que tenemos no ha cambiado. De hecho, cuando se trata de la iluminación, cuanto más eficiente desde el punto de vista energético es la iluminación, más y más insignificante resulta el impacto, pero este no es el único impacto sobre el ahorro de energía. También hay cuestiones sobre actividades de ocio o calefacción, así que todo esto debe analizarse junto", dijo.

EFE

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