Ban Ki-moon deja la ONU, tras una década al frente de la organización

Elena Labrado Calera
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El diplomático surcoreano abandona las Naciones Unidas después de 10 años, en los que ha habido luces y sombras. Algunos le critican que ha ejercido un papel demasiado discreto en numerosas ocasiones, incluso, falto de carisma y de capacidad de liderazgo.

Ha sido al final de su mandato cuando se ha mostrado más crítico con algunos líderes mundiales, a los que ha acusado de estar más preocupados por mantenerse en el poder a toda costa que por el bienestar de sus pueblos.

Otros expertos destacan sus logros, como el acuerdo para la lucha contra el cambio climático, cuando 197 países se comprometieron en París a actuar contra la subida de la temperatura del planeta, y las medidas implementadas en la lucha contra la pobreza, la conocida como Agenda 2030.

Sin embargo, los analistas coinciden en destacar como el principal punto negro de la gestión de Ban Ki-moon al frente de la ONU el no haber sabido actuar con eficacia en los conflictos desatados tras las primaveras árabes. Sobre todo el caso sangrante de la guerra en Siria. El propio Ban ha reconocido hace poco que la continuación de la pesadilla en Siria es su mayor remordimiento. Pero también, pesan sobre la gestión del diplomático surcoreano enfrentamientos sin resolver como los de Sudán del Sur, República Centroafricana o República Democrática del Congo.

Ahora, Ban Ki-moon regresa a su Corea del Sur natal, con graves problemas políticos, y su nombre suena como uno de los favoritos para aspirar a la presidencia del país.