Donald Trump será el próximo presidente de EE.UU.

A pesar de las encuestas, que veían improbable su victoria, y del propio Partido Republicano que intentó frenar su ascenso, el magnate estaodunidense Donald Trump ha ganado la carrera a la Casa Blanca, tras vencer en las elecciones presidenciales a Hillary Clinton.  Ha salido reforzado, o por lo menos indemne, de situaciones escandalosas que en anteriores campañas hubiesen dañado las posibilidades de otros candidatos.

Su discurso, directo y populista ha calado, como muchos temían, en los sectores más desencantados. Ni siquiera el voto latino ha sido un obstáculo para Trump.

Convertido en un fenómeno mediático, no ha habido día que no haya ocupado grandes titulares. Trump ha marcado la agenda política y se ha apropiado del debate, con un discurso muy alejado del habitual de los políticos. Parece guiarse por la vieja máxima de perseguir que se hable de él, aunque sea mal. Toda publicidad ha sido y es buena, y desde luego ha gozado de cantidades ingentes de publicidad aunque en su mayor parte consistan en ataques.

Trump ha pisado arenas movedizas en las que ningún otro candidato republicano hubiese osado aventurarse, pero ha salido triunfante. Se ha dirigido con dureza a la inmigración, a los latinos. Ha insistido en la idea de un muro en la frontera con México. Ha amenazado con expulsar a los musulmanes e incluso de detener la lucha contra el cambio climático. Trump se ha manifestado como un firme defensor del derecho a llevar armas y ha hablado de castigar a las mujeres que aborten

En política exterior, algunas de las propuestas estrella del republicano son derogar los tratados internacionales o establecer una alianza con Rusia.

A favor del Estado del bienestar y en contra de la globalización y Wall Street como un izquierdista a la vez que racista, misógino. Su mensaje ha pulverizado las tradicionales divisiones entre izquierda y derecha para adentrarse en el terreno de lo desconocido.